sábado, 19 de octubre de 2013

RECOPILANDO HISTORIAS, HISTERIAS Y CONCIERTOS DE "NUNCA JAMÁS"

 (Érase una vez)

LAS LUCES DEL ÉXITO,  LAS SOMBRAS  DE LOS PINCHAZOS, LOS BACHES DE LAS SUSPENSIONES, Y LOS CONCIERTOS DE NUNCA JAMÁS… EN DIRECTO





Mientras los conciertos con éxito absoluto y reventón de público suelen saltar a la palestra del recuerdo sin apenas exprimir la memoria, los menos afortunados, aquellos que pincharon por poca asistencia de público y los suspendidos por diversos motivos –con o sin “certificado médico” – se quedan colgados en el limbo de la historia musical de la ciudad  a la espera de ser rescatados en alguna publicación anecdótica que, como ésta, recopila al alimón historias e histerias de la escena musical coruñesa.

En más de una ocasión, y ante las anulaciones de los conciertos, los aficionados que ya tenían su entrada adquirida me hicieron llegar su desilusión y su malestar por la socorrida disculpa de los problemas de salud de los protagonistas y los tópicos “problemas técnicos” que impiden la celebración de los mismos.

En principio, aclarar que efectivamente los problemas de voz – afonías, catarros y demás-, arrojan un porcentaje muy alto en las suspensiones y los certificados médicos correspondientes  confirman la veracidad de las causas de suspensión.

 Lo que más mosquea es cuando el certificado en cuestión sale a relucir, oportuno, coincidiendo con la escasa venta anticipada de entradas ya que si está es buena, los artistas arriesgan, a pesar de su afonía, echando mano de su profesionalidad, como hizo Raphael en su última visita al Palacio de la Ópera , donde con la voz notoriamente tomada aguantó sobre el escenario tres horas.

Es decir que, junto a los “problemas técnicos”  que surgen al amparo de las  causas veraces que obligan a suspender algunos conciertos, se cuelan otras artificiales que son motivadas por la falta de interés mostrada por el público. Suele pasar.

En este capítulo, dividido en varios episodios a modo de conciertos, escribiré sobre aquellos de alto nivel artístico  que se celebraron, o pudieron haberse celebrado, en la ciudad.

También saldrán a la palestra los que obtuvieron éxito artístico y no fue refrendado por el público y de aquellos que tuvieron mucho público y artísticamente dejaron  bastante que desear. Y cómo no, los de aquellos artistas y grupos que cumplieron con las expectativas que en ellos pusieron los organizadores y los aficionados.

Empezamos con algunos conciertos llamados de “Nunca Jamás”, aquellos cuya celebración se barajó como posible, pero que, por falta de recintos con capacidad adecuada se fueron con la música a otra parte.


NUNCA JAMÁS

PAUL McCARTNEY, SIMPLE MINDS, TRANSVISION VAMP,  MIKE OLFIELD, ROLLING STONES, U2

Aunque sin duda el concierto de Nunca Jamás  más manoseado fue el de Paul McCartney, que salió en varias ocasiones  a relucir tras declarar el ex alcalde Paco Vázquez en su día que le gustaría que el Coliseo se inaugurara con el concierto del ex beatle, otros estuvieron en el punto de mira de los concejales de cultura y fiestas del Ayuntamiento coruñés.  Unos se mantuvieron en el redil de la discreción, otros se filtraron como posibles y algunos se anunciaron con fecha y precios, para no celebrarse nunca jamás.


Que a Mike Olfield le apetecía actuar en La Coruña estaba reiteradamente cantado y contado en los medios de comunicación que, en más de una ocasión, hicieron sonar las “tubular bells” de esta posibilidad tras la visita privada de Oldfield a la ciudad en  1991,  en la que conoció a Luar na Lubre  en una "folk sessión"

 De hecho esta posibilidad rozó el techo de la realidad tras la aparición en 1996 del disco Voyager de Oldfield en el que se incluía una versión -- The Song of the Sun – de la canción de Bieito Romero O son do ar. Tanto es así que hoy aún se puede leer en Internet  :

 “Justamente, este mismo año, en el mes de agosto, Luar na Lubre y Mike Oldfield efectuaron en conjunto un concierto en la Playa de Riazor (La Coruña)”.

Concierto que nunca jamás existió a pesar de que, efectivamente, se hubiera contactos por parte de Bieito Romero de Luar na Lubre y el Ayuntamiento encaminados a su celebración. Se intento ubicar el concierto primero en Riazor y más tarde en la Torre de Hércules pero, finalmente, el esperado concierto de Mike Olfield y Luar na Lubre , tuvo que esperar tres años más, cuando junto a The Corrs provocó en la vecina playa de Sta. Cristina – Oleiros un tsunami de gente.

 EL “GOZO” EN EL MONTE....


Otro concierto de “Nunca jamás” fue el de los Rolling Stones en La Coruña. El Xacobeo andaba repartiendo conciertos estelares en 1999 por las grandes ciudades gallegas y se pensó traer a los Stones a La Coruña. Con el Estadio Municipal de Riazor inutilizado para estos usos por negativa del Deportivo, concesionario del mismo, el concejal de Cultura, a la sazón Méndez Romeu, intentó atrapar el concierto de sus Satánicas Majestades  para la ciudad y propuso como lugar para su celebración el muelle de Trasatlánticos que ya había estado en alguna ocasión en la recámara de Eduardo Blanco. Al final Xerardo Rodríguez, coordinador del Xacobeo, visitó el lugar y no lo consideró del todo apto. Al final el concierto se celebro en el Monte del Gozo.


 “DE VÉRTIGO”: BONO Y CÍA EN RIAZOR

Verano del 2005.Una vez anunciado que la gira mundial 'Vértigo 2005' de la banda irlandesa U2, desde el Ayuntamiento coruñés, concretamente el Concejal de Fiestas Esteban Lareo, mostró su interés para que la ciudad estuviera en la gira española del mismo. De nuevo la falta de recintos que pudieran albergar en La Coruña la gigantesca infraestructura del mismo y tuviera capacidad para más de 30.000 personas, echo un inicial jarro de agua fría sobre el interés inicialmente mostrado, que fue congelándose  con la llegada de otras cláusulas del contrato. La gira de U2 necesitaba campos de fútbolel grupo actuó en el Camp Nou de Barcelona, Anoeta en San Sebastián  y el Vicente Calderón  de Madrid – y la utilización de Riazor era problemática. Por otra parte el Ayuntamiento, además de la cesión gratuita del recinto, debería abonar 100 millones de las antiguas pesetas a los organizadores que no darían ni un solo céntimo al consistorio de la taquilla obtenida. Tres cláusulas, sobre todo la primera, que incluyeron este concierto estelar en el capítulo del “nunca jamás”.

EL “JUDAS” SUPERSTAR
CARL ANDERSON. 1976




Carl Anderson fue el primer Judas Iscariote de Jesucristo Superstar. Cuando se estrenó en 1971 en teatro, él lo interpretó. Después, en la película dirigida por Norman Jewison en 1973, volvió a dar vida a ese personaje en la obra de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice.  El disco de la banda sonora de Jesucristo Superstar (1974) – que está considerada una de las mejores de la historia junto con las de West Side Story y Hair- vendió millones de copias en todo el mundo. La canción No sé cómo amarle (I don´t know how to love him), cantada por la que hacía de María Magdalena, también fue un éxito de ventas. Los protagonistas de la película fueron Ted Neeley (en el papel de Jesús), Carl Anderson (Judas) e Yvonne Elliman (María Magdalena).

Todo este éxito no sirvió de nada a Carl Anderson cuando por sorpresa se presentó en el Palacio de los Deportes de La Coruña en el verano de 1976. Fue uno de los primeros conciertos internacionales que se celebraron en la ciudad y, a pesar del reciente éxito de la BSO de Jesucristo Superstar, la respuesta del público fue mínima. Sonó un repertorio de música soul y funky adornado con alguna de las canciones estrellas de la ópera rock en la voz de su protagonista. Un concierto deslucido por la ausencia de público que, en número aproximado de 400 personas, dejó en taquilla  menos de 30 monedas de oro.


LOS ALUMNOS DE “FAMA”

La famosa serie de Fama , en la que se narraban las peripecias, desventuras, esfuerzos, éxitos y frustraciones de los profesores y los alumnos de la Escuela de Arte de Nueva York (New York City High School for the Performing Arts) fue estrenada por Televisión española el 20 de febrero de 1983, alcanzando un notable éxito. Cada episodio comenzaba con unas palabras de Lydia, la profesora de baile, que resumían la filosofía que alimentaba las tramas y que se hicieron muy populares en su momento: Queréis la fama, pero la fama cuesta y aquí es donde vais a empezar a pagar. Con sudor.

Los jóvenes intérpretes de la serie alcanzaron una enorme popularidad tanto dentro como fuera de Estados Unidos, y se organizaron giras de conciertos en directo, incluso después de la cancelación de la serie. Una de esas giras protagonizadas por algunos de los “alumnos” de la serie actuó, al poco tiempo de desaparecer de las pequeñas pantallas españolas -- en America se había terminado antes -- llegó al Pabellón de Deportes de A Coruña con el bailarín Gene Anthony Ray  --  Leroy Johnson  en la serie -- y Erica Gimpel que interpretaba el papel Coco Hernández, al frente de un cuerpo de baile y cantantes que interpretaron una selección de los temas musicales de la famosa serie.

El espectáculo no llegó a crear demasiada expectación y el Pabellón volvió a mostrar nuevamente el cemento de sus gradas y el esqueleto de madera de muchas de las sillas de pista.


 EL CONCIERTO MÁS  “TAQUILLERO”
EDUARDO RODRIGO Y TERESA RABAL. 1978


El primer pinchazo con suspensión que recuerdo tuvo como protagonistas al cantautor argentino Eduardo Rodrigo y su esposa Teresa Rabal en 1978, antes de comenzar a incursionar en el mundo infantil y componer la obra musical para niños Una cigarra llamada Teresa, que los subiría en 1979 en el pedestal del éxito.
Eduardo Rodrigo tenía un buen cartel en el circuito musical español al haber ganado en 1972 el festival de Benidorm con  la canción A María yo encontré, a la que seguirían Indio, Por eso te quiero, Uds. Mujeres  y otras. Un buen día recibo su llamada telefónica para comunicarme que estaban de gira por Galicia y que vendrían a actuar a La Coruña. Yo era el contacto que le había dado en la casa de discos RCA Fernando Muñoz, jefe de promoción, que fue quién me los había presentado una noche en la madrileña discoteca Carrusel.

Pregunto el lugar donde darán el concierto y Eduardo Rodrigo me dice que será en el Pabellón de Deportes. Tiene dudas de que éste sea el recinto más idóneo para un concierto acústico como el suyo, y tampoco se las saco  de la cabeza.

Andan apretados de tiempo y el concierto estaba apenas sin anunciar. Se gestionan entrevistas en la prensa y la radio locales, donde se anuncia el concierto. Sin carteles publicitarios, llega el día de la actuación.
Como es costumbre en mí, me acerco al recinto uno hora antes y no veo a nadie en las taquillas. Voy a saludarlos al camerino y la duda sobre la asistencia de público revolotea sobre la conversación. Eduardo me pregunta.
-¿Cómo lo ves?
-Hay que esperar al tirón final de taquilla.
Respondo caritativo para dar ánimos, pero, el esperado tirón no llega y quince minutos antes de salir al escenario las taquillas siguen vacías. Se han vendido alrededor de 50 entradas.
Ante la evidencia de esta escasa concurrencia, la pareja decide suspender el concierto y devolver en taquilla el importe de las entradas. En el momento de la devolución Eduardo, guitarra en mano, y Teresa se acercan a la zona de taquillas y empiezan a cantar. Ofrecen un mini concierto al aire libre para los que se iban a quedar sin poder escucharlos. Sorprendido por esta actitud, se forma un corro que va aumentando con la incorporación de los viandantes que pasaban por allí. Al final hay aplausos de reconocimiento, no sólo para las canciones, por el detallazo de los artistas.
Es, sin duda, el concierto “más taquillero” que he presenciado en mi vida profesional.


LUCÍA,… PERO NO “LUCIÓ”

María Isabel Rodríguez Lineros, Lucía de nombre artístico, fue la representante de España en el Festival de Eurovisión de 1982. Aún recuerdo la euforia que se vivía en la discográfica Movieplay por la elección de esta cantante que lucía más por su palmito – por entonces tenía 18 años  y fue la intérprete más joven que nos representó en el Eurofestival --,  que por su voz .  El caso es que, en plena guerra de las Malvinas, en la que estaban enfrascados el Reino Unido y Argentina, alguien tuvo la ocurrencia de elegir un tango, Él,  para que Lucía defendiera el honor musical patrio en Harrogate- Reino Unido. Los abucheos y silbidos del público  durante la actuación cantaban una clasificación que al final no fue tan catastrófica por las habituales  componentes eurovisivas que la colocaron en un honroso  décimo lugar.
Para aprovechar el tirón promocional de su presencia en Eurovisión, Lucía emprende una gira por España, que llegó al Pabellón de los Deportes y se marchó sin que Lucía pisara el escenario para lucir su donosura ante el desconsuelo de cinco personas que habían comprado entradas para el concierto que se suspendió sin que la cantante tuviera la amabilidad de cantar en las taquillas durante la devolución del dinero que por cierto solo fue reclamado por cuatro personas ya que la quinta – fan incondicional de la sevillana – optó por conservarla y enmarcarla como recuerdo de aquel día en el que le dio dos besos, en la mejilla a Lucía, cuando la cantante compungida, salía del pabellón.

 LAS CALENTURAS DE “VEN, DEVÓRAME OTRA VEZ” SE CONGELAN EN EL PALACIO DE LOS DEPORTES
LALO RODRÍGUEZ. 1990


Leído en Internet, en la página web www.musicofpuertorico.com:

“Apenas comenzando el 1990, Lalo Rodríguez ofreció en España galas en La Coruña, Vigo, Bilbao y Madrid, llenando la capacidad de las más populares plazas y discotecas. Cabe mencionar que durante una de dichas presentaciones se encontraba entre su público el afamado músico de jazz Quincy Jones”.

 No tengo constancia de lo que sucedió en las otras ciudades incluidas en la gira, pero en el concierto de La Coruña Lalo Rodríguez se llevó un buen batacazo. No congregó a más de 150 personas en el Palacio de los Deportes. Los asistentes terminaron de pie bailando salsa, y cantando lo de Ven, devórame otra vez, que era sin duda la canción reclamo, el gran éxito salsero del puertorriqueño. Gracias a ella, Lalo Rodríguez obtuvo en 1989 tres premios otorgados por la prestigiosa revista Billboard: cantante del año en música tropical, canción del año por Ven, devórame otra vez, y mejor producción discográfica del año por su elepé Un nuevo despertar, con el que volvía a los circuitos discográficos después de cuatro años de silencio.

La verdad es el concierto de Lalo pasó desapercibido, y el pinchazo fue, al menos para mí, toda una sorpresa: durante las Navidades de 1989, y en fechas precedentes, había sido una canción de gran impacto popular. Con posterioridad al mismo, y buscando posibles causas del fracaso con el mánager del artista, se le echó la culpa a la fecha del mismo, en pleno invierno, cuando los fríos y los vientos congelaron las calenturas salseras que tendrían más movilidad y aceptación en una sala de baile, y no en Palacio de Los Deportes, en el que la única calefacción que existía era la humana.
Por cierto, es seguro que en el concierto de A Coruña no estuvo Quincy Jones. Lo habría visto entre tan poca gente.

EL “ACCIDENTADO” PRIMER AÑO DEL COLISEO
1991.

La Concejalía de Fiestas, con Eduardo Blanco al frente, estaba lanzada por los buenos resultados (más artísticos y promocionales de la ciudad que económicos) alcanzados en los conciertos estelares de 1990. El de Prince había sido un éxito a pesar de dos factores. Uno, la competencia directa del Ayuntamiento vigués, que había organizado para el mismo día y hora un concierto de Madonna en el estadio de Balaídos. Y dos, el alto coste de producción que supuso el  cerrar con un muro de madera las instalaciones deportivas  del colegio de Santa María del Mar, incrementado con las  múltiples  exigencias del artista –camerinos con gimnasio, paneles con grandes fotografías exóticas, sala de billar, cafetería y varios caprichos más–. Estos costes que devolvieron el protagonismo al Pabellón de Deportes, que, con una capacidad reducida para estrellas de tirón internacional, acogió el doblete de Tina Turner, que llenó el primer día y consiguió más de media entrada el segundo.

Coincidiendo con la inauguración del Coliseo, se pone en marcha una programación de alto standing internacional.  La intención era la de incrustar a la ciudad en el circuito de las estrellas internacionales de la mano del asesoramiento de Jesús Manzano. Manzano era y es un gran conocedor de los entresijos del show bussines desde su etapa como batería en destacados grupos de pop de los años 60 y principios de los 70, entre ellos el de Andrés Do Barro. Ha sido el artífice de los conciertos nacionales e internacionales más importantes que se han celebrado en la ciudad.  

Se cuenta que se hizo lo  posible para satisfacer la petición del alcalde Paco Vázquez y que fuera Paul McCartney el que inaugurara el flamante recinto multiusos, pero fue imposible. En la programación que se quiere poner en marcha figuran artistas de la talla de Sting, Paul Simon, Bee Gees, Transvision Vamp, New Kids on the Block y el rumor de la posible llegada de Gloria Estefan. Un circuito con tráfico artístico comparable al de Madrid y Barcelona. Se asumió soportando algunos kilos de más, que eran amortizados sobradamente por las contraprestaciones promocionales a nivel nacional e internacional de nuestra ciudad.

Sting abre el Coliseo para las grandes estrellas



El primero en llegar a La Coruña fue  Sting, que el día 6 de junio de 1991 trajo al Coliseo su gira Soul Cages. Había serias dudas sobre la rentabilidad de este concierto. Su coste total rondaba los 100 millones de pesetas, y con la capacidad del Coliseo no  salían las cuentas. Para rentabilizarlo se requería un recinto lleno con 30.000 personas que pagasen 3.000 pesetas. La cifra se salía de madre, pero Eduardo Blanco y Jesús Manzano se fajaron en una dura gestión con Gamerco, empresa que gestionaba la gira de Sting por España. Finalmente, tras vencer una serie de problemas técnicos que surgieron por ser el primer concierto de esta envergadura que se celebraba en el recinto multiusos coruñés, se llegó al acuerdo. El Ayuntamiento arrimaría el ascua de un dinero fijo – aproximadamente 25 millones de pesetas – y el resto correría a cargo de la empresa en cuestión.

Cerrado el contrato, se anuncia el concierto para el 6 de julio. Aunque no se llegó al abarrote total, el recinto lució una buena entrada, próxima las 9.000 personas. Muchas de ellas se habían desplazado de diferentes puntos de Galicia y el vecino Portugal. Disfrutaron sobre todo cuando sacó del baúl de los recuerdos los temas que habían alcanzado la popularidad en su etapa con Police.

 La pérdida, que la hubo, fue asumida por Gamerco, que ya anunciaba para el día 28 de julio la celebración del siguiente concierto estelar del verano de 1991: Bee Gees.

Los Bee Gees suspenden

Anunciado y con entradas a la venta, pocos días antes del concierto una noticia de agencia levanta la liebre: Bee Gees no actuarán en A Coruña. Desagradable sorpresa, pues se seguían pegando los carteles y vendiendo las entradas anticipadas, al tiempo que la Concejalía de Fiestas daba la callada por respuesta. Al final se dijo que el concierto de Bee Gees se suspendía por insalvables “causas técnicas”, que muy bien pudieron estar relacionadas con el escaso tirón de la venta de entradas anticipadas: Tres días antes del concierto sólo se habían vendido 600.
 Tras el petardazo de los Bee Gees y para sacarse la espina, se anuncia por parte de la Concejalía de Fiestas la próxima celebración en el Coliseo de tres conciertos estelares. El primero, del que ya se tenían noticias, fue el de Paul Simón, mientras que la sorpresa fue el anunció de la llegada al recinto coruñés, el mismo día del grupo Transvision Vamp con la  maciza rubia Wendy James al frente

 Coruña "pasa" de Paul Simon
Después del petardazo de Bee Gees (curiosamente, en el resto de la gira española tuvieron buenas entradas y buenas críticas), el Coliseo se vestía de gala para recibir el 28 de julio  a Paul Simon,  que llegaba a la ciudad con su Born At The Right Time Tour, iniciado en enero de ese mismo año. Un concierto estelar, con entradas a 2.500 pesetas, en el que Simon interpretaría los clásicos de Simón & Garfunkel y exploraría la  música étnica, en esta ocasión de Brasil y Camerún. Junto a el venían diecisiete músicos que cubrían el amplio espectro de la carrera musical de Simon, con el genial saxofonista Michael Brecket y el sin par batería Steve Gadd al frente. La formación se completaba con el guitarrista Vincet N´Guini, cuatro percusionistas brasileños (Sidinho Moreira, Dom Chacal, Mingo Araujo y Cyro Baptista), el saxofonista Barney Rachabane, el trompeta Chris Botti, los teclistas Tony Cedras y Richard Tee, el bajista  Armando Sabal Lecho y los guitarristas Ray Phir y John Selolwane. Todos ellos arropados por la potente sección rítmica brasileña de Olodum y las voces del trío The Waters. A todo esto había que sumarle un innovador sistema de sonido con 105 canales de microfonía sólo para el escenario.

Sólo con ojear los créditos del concierto, a uno se le hacía la boca agua. Prometía ser espectacular, grandioso. Y lo fue. El único fallo que hubo fue el público. Cuando se esperaba una buena entrada, rozando el lleno del Coliseo, alrededor  de 3.000 personas –5.000 fue la cifra barajada en los medios para disfrazar el pinchazo– asistieron a este espectacular concierto.  Fue, sin duda, uno de los mejores conciertos, posiblemente el mejor, que he escuchado en mi vida  profesional, y no sólo en La Coruña.

Muchos aficionados que se consideran aficionados a la música con calidad se lo perdieron. Sonido impecable, con cristalina nitidez, interpretaciones magistrales. Los ritmos y melodías fueron llenando dos horas y media de un concierto de ameno e histórico repertorio, desde Sound of silence hasta The boxer, pasando por Bridge over troubled water. Y recreando los temas más destacados de los álbumes Graceland y The rhythm of the saints: The boy in the bubble, You can call me all, I know what I know, Graceland, Gumboots, Late in the evening, Still crazy after all these years, entre otros. Al final del concierto de Paul Simon, el Coliseo parecía un gallinero, porque nos puso la piel de gallina,  erizada por la emoción que nos había proporcionado.

Un dato. Ese mismo concierto, con los mismos protagonistas y repertorio, se celebró en el Central Park de Nueva York un mes después. Lo que en La Coruña fue un pinchazo en la Gran Manzana fue un reventón. Más de 750.000 personas no se quisieron perder el Born At The Right Time Tour de Paul Simon.

Simple Minds toman las de Villadiego


Aunque la respuesta del público no siempre respondiera al optimismo de los organizadores, la Concejalía de Fiestas, con Eduardo Blanco al frente, perseveraba en la idea de convertir a La Coruña en sede de buena parte de los conciertos de calado internacional que llegaban a España. Las puertas estaban abiertas para posibles actuaciones de súper grupos de gira por otras ciudades españolas. Se habló de que vendría Gloria Estefan, pero las gestiones no llegaron a buen fin en esta ocasión. Con la caña y la carnaza preparada, se sigue esperando a que pique una buena pieza… Y pica. Se trata del grupo escocés Simple Minds, que había anunciado conciertos de su gira Real Life Tour en Madrid, Barcelona y Marbella. Las anteriores giras españolas de esta banda referencial del pop rock mundial de la década de los 80 habían cosechado un considerable éxito de público y de crítica.

Se inician con rapidez las gestiones pertinentes para incluir a las huestes de Jim Kerr en el calendario musical de verano coruñés, y el concierto se cierra para el domingo día 28 julio de 1991 en el Coliseo. Se ponen las entradas a la venta y la respuesta es escasa. A última hora, aparecen por el medio las temibles “causas técnicas” y una actuación en Francia, que obliga a cambiar favorablemente la fecha del concierto al sábado 27. Un adelanto que en principio debía de mover más número de personas desplazadas desde otras ciudades dado el carisma de la formación. Y así sucede. El ritmo de entradas anticipadas se acelera y la previsión se acerca a una asistencia de 10.000 aficionados al Coliseo.

A la espera del día del concierto, salta la noticia: Simple Minds suspende el concierto de La Coruña. Desilusión y estupor ante la espantada, toda vez que el éxito de público estaba asegurado. Había conversado telefónicamente con Jim Kerr, el líder del grupo, el día 22 y todo parecía encauzado. ¿Motivos? Lío entre el manager del grupo y el representante español.

El primero, el guiri había cedido los derechos de la gira española al segundo, y este, comienza a buscar fechas para la gira española que comenzaría en Barcelona y proseguiría en La Coruña. Todo estaba controlado hasta que el manager del grupo, sin consultar con el representante español, firma una actuación en Francia para dos días del concierto de La Coruña con lo que, por proximidad de las fechas, no da tiempo a que el grupo se desplace de un lugar a otro.
Se intenta arreglar el desaguisado adelantando  la fecha de La Coruña,  para que el grupo y las infraestructuras de producción pudieran viajar a Francia con el tiempo suficiente. No hay acuerdo, ya que el guiri no se aviene a razones y decide que tras Barcelona, el grupo viaje a Francia, sin pasar por La Coruña. En vista de lo cuál el público que había comprado las entradas anticipadas para el concierto coruñés, peregrina rumbo hacia las taquillas para recuperar el dinero de las entradas, mientras se habla de que el concierto suspendido se pospone para el mes de octubre, pero nunca se llegará a realizar.

A merengazo limpio. La “guerra” de Juan Luis


Juan Luis Guerra no  reventó físicamente el Coliseo gracias a la fortaleza del hormigón, que estaba bien armado y que aguantó a pesar de los muchos y   tórridos meneos tropicales. Ambientalmente si que aquello fue una guerra a merengazo limpio. ¡Una locura! Se habló de que fueron 14.000 las personas  que acudieron al concierto ofrecido por Juan Luis Guerra en el Coliseo el verano de 1991. Y se especuló con que unas 10.000 personas se habían quedado con las ganas de embadurnarse con el merengue de Juan Luis Guerra. Es, sin duda, el concierto más multitudinario que ha acogido hasta la fecha el Coliseo. También el de más riesgo: por momentos, la seguridad del recinto estuvo sobrepasada y se rondó la tragedia.
Cuando acudo a los conciertos del Coliseo, muchas veces rememoro con cierta angustia aquel día en que no se podía circular por los pasillos, las escaleras habían desaparecido y las gradas estaban a reventar. Mientras, en el ruedo, convertido en gigantesca pista de baile, no cabía ni un alfiler y la gente bailaba el merengue agarrado, como si fuera un bolero, por falta de espacio. Había mucha calentura que se enfriaba con alguna salida al exterior. El concierto traía un montaje escénico y de sonido de lo más pataconero. Los instrumentos de los músicos y las voces de Juan Luis Guerra y  Los 4.40 se adivinaban, pero no se oían sepultadas por los cánticos del público que se las sabía todas, convirtiendo el recinto en un gigantesco karaoke. Cuando acabó el concierto, respiré aliviado, y conmigo los responsables de aquel gran merengazo que estuvieron en vilo durante todo el tiempo que duró el merengazo.

El de Mecano, otro llenazo
Otro de los primeros conciertos  en los que las taquillas del Coliseo colgaron el cartel de “no hay entradas” fue el de Mecano. Presentaban su disco Aidalai, arropado por sus grandes éxitos, que fueron los que realmente levantaron el interés del público. Llegaron a La Coruña para actuar después de Juan Luis Guerra, y aunque hubieran podido vender casi tantas entradas como el dominicano, tras el susto, y por motivos de seguridad, sólo se pusieron a la venta 12.000. Los menos madrugadores se quedaron sin verlos.


Un gran plató de televisión para Whitney



Si en el verano de 1991 hubo conciertos pinchazo, reventones y suspensiones, el de Whitney Houston,  concierto estelar del otoño coruñés de ese mismo año, tuvo suspense inicial y desarrollo atípico final.
Por aquel entonces, a Whitney Houston se la conocía como La novia del éxito, ya que seis años de premios consecutivos (Grammys, Emma y American Awards) jalonaban la trayectoria  de esta rompedora de récords. La euforia musical que se vivía en la ciudad, aunque no siempre fuera correspondida en las taquillas, introdujo en los corredores del rumor la posibilidad de que Whitney Houston actuara en el Coliseo.

El rumor no acababa de coger visos de realidad y Eduardo Blanco, al frente de la Concejalía de Fiestas, echaba balones fuera, aunque reconocía que se estaban haciendo gestiones para traer a La Coruña a Whitney Houston, al tiempo que reconocía la existencia de escollos de carácter económico que estaban dificultando el acuerdo.

Tras deshojar la margarita – viene, no viene – por fin se anuncia el concierto de Whitney Houston para el 2 de octubre en el Coliseo. El único que daría Whitney en España, televisado por TVG y a través de Sky Channel, vía satélite, para toda Europa. Se filtra el coste del mismo, que asciende a 100 millones de pesetas. De nuevo, como se había realizado con Sting, el Ayuntamiento se haría cargo de 30 millones en concepto de ayuda por la promoción y publicidad de la ciudad que representaría la retransmisión anunciada para toda Europa, con documental de La Coruña incluido.

En principio, el concierto pintaba bien aunque, curtido en más de mil y un conciertos –bastantes más–, no las tenía conmigo y así se lo hice ver a los organizadores, que por un poco me corren a gorrazos por mi declarado pesimismo, adquirido tras la decepcionante asistencia de público al concierto de Paul Simon.

La verdad, y así lo publique, me asaltaban serias dudas sobre la expectación que podía causar el concierto de Whitney Houston, una artista cuya calidad contrastada no generaba histerias ni apasionamientos –elementos fundamentales para mover las taquillas– entre la juventud más propicia a  otros estilos musicales, aunque el éxito obtenido en 1987 con I wanna dance with somebody flotaba en el recuerdo. Otro gallo o gallina cantaría si el concierto se hubiera celebrado en 1992, tras el espectacular éxito de la canción I will always love you, compuesta por la cantante country Dolly Parton en 1973 y que Whitney cantaba en la banda sonora de El guardaespaldas (1992).

Mi buen amigo Jesús Manzano, que se había fajado con los guiris para traerse  el concierto para La Coruña, no sin esfuerzo y trabajosas gestiones, quiso en todo momento que cambiara mis oscuras perspectivas sobre esta actuación. Alababa la categoría de esta estrella que, por lo que a mí respecta, estaba fuera de toda duda. Me convenció con variedad de argumentos. Entre otros, que se estaba jugando la continuidad del circuito de las estrellas.

Había que tocar todas las teclas para interesar al público y conseguir una entrada lo suficientemente importante para que el circuito musical de las estrellas siguiera pasando por La Coruña. Tampoco Eduardo Blanco lo tenía muy claro y, en continuas apariciones en los medios de comunicación, llamaba la atención sobre el concierto picando el amor propio y ajeno del público: “Si la gente no responde, vendrá la Pantoja”. Con posterioridad vino Isabel Pantoja, La viuda de España, y congregó tres veces más de público que La novia del éxito que atrajo alrededor de 1.000 personas.

Como buen aficionado a la música, y a pesar de las dudas manifestadas, me involucré en la promoción del concierto, ya que era una ocasión única para ver y escuchar a una de las estrellas más rutilantes de la canción a nivel internacional.

Medía hora antes del concierto, la frialdad ambiental del recinto hacía tiritar de preocupación a los responsables del mismo. El público no había respondido a la llamada y el recinto mostraba un aspecto próximo a la desolación. Con este panorama, la intranquilidad de poder dar una buena imagen televisiva del concierto se mascaba en la organización. A mayores, estaba la mella que podía hacer en el ánimo de la cantante, que venía de llenar todos sus conciertos europeos. No tuvo la temperatura solicitada y tampoco sintió un excesivo calor del público, pero cantó para el presente y el ausente, y lo hizo de manera excelente hasta que rompió la voz, e incluso después de ello siguió ofreciendo un concierto

Se había hecho un gran despliegue técnico para que las retransmisiones  y grabaciones televisivas, a nivel europeo y autonómico, pudiesen realizarse con las máximas garantías de calidad de imagen. El concierto estaba  montado en  función de dichas retransmisiones y el Coliseo se convirtió en un gran plató de televisión con una batería de 90 focos de 1.000 vatios iluminando constantemente el recinto. Una luz que cegaba el recogimiento de los aficionados a la hora de degustar las exquisitas baladas de la Houston. Pero, faltó algo que condicionó de manera sobresaliente el desarrollo del concierto: la calefacción.

Entre las exigencias de la artista figuraba que el recinto debía de estar ambientado climatológicamente con una temperatura de 22 grados. Y no lo estuvo.  No funcionó la calefacción y  hacía cierto pelete, que causó estragos en la voz de la cantante, quien trajo a La Coruña el mismo repertorio de su gira, con dos canciones de Marvin Gaye (Mercy, mercy me y What´s going home) que interpretó su hermano.

Whitney Houston salió a por todas, como corresponde a una profesional que se entrega con poco o mucho público. Poco había en el Coliseo, pero eran millones los televidentes europeos que a través de la pequeña pantalla estaban siguiendo el concierto. Una tras otra, las canciones de Whitney fueron cogiendo vida sobre el escenario, hasta que su voz le jugó una mala pasada en el tramo final del concierto. En ese momento, empezó a cantar con más alma y corazón si cabe, transmitiendo sensaciones que no provienen exclusivamente de la garganta.

El público se había calentado al amparo de las calorías emocionales emitidas por  Whitney Houston y, al despedirse, le pidieron más. Cuando todos esperaban los habituales bises, la cantante se plantó sola en el escenario con una toalla enroscada en la garganta. La retransmisión televisiva había finalizado. Su presencia no era para cantar, sino para pedir disculpas por no poder seguir el concierto. La explicación, hecha en inglés, fue recibida por parte del público como una tomadura de pelo, y así lo hicieron saber con ligeros pitos y abucheos los decepcionados a los que el concierto les había sabido a poco.  

Mientras  que al finalizar el concierto los comentarios del público censuraban su actitud final y su poca profesionalidad, el mánager me comentaba que no era costumbre de la artista salir a explicar el motivo por el que no concedía regalos. La buena voluntad de Whitney Houston al agradecer el trato recibido por el público y disculparse por no regalar ninguna canción por los problemas de voz se tornó en un arma arrojadiza contra ella, que tal vez no supo llegar al público con sus palabras. O quizá la traductora no encontró el sentido de las mismas.

Cuando escribo estas líneas, Whitney tiene 42 años. Su vida, la vida de una cantante que vendió más de 100 millones de discos y ganó 21 premios de la música, no es feliz.  Encerrada en una habitación, se dedica a consumir drogas rodeada de basura que recoge de las calles.


UN PINCHAZO DESINFLA   LA MUÑECA HINCHABLE DE GURRUCHAGA



Javier Gurruchaga, con  el cómico Popocho enrolado en las filas de la viajera Orquesta Mondragón había presentado ante más de 6.000 personas su disco
Muñeca Hinchable (1979), en el Palacio de los Deportes, donde posteriormente volvería a actuar presentando a la baja, de público, sus discos  Bon VoyageEllas las prefieren gordas.

 A la vista del éxito obtenido al frente de la Orquesta Mondragón, Gurruchaga decide emprender su carrera como solista en 1990 y se pega el batacazo.  En el 92 resucita a la Orquesta con el disco “El huevo de Colon”, lanzamiento que coincide con la celebración del Quinto Centenario del descubrimiento de América y, con la yema del otro, emprende la gira presentación  del mismo que llega al Coliseo coruñés el 28 de agosto de 1993. Los buenos tiempos habían quedado atrás y Gurruchaga estampa el huevo, el de Colón, y la yema del vecino, contra el hormigón de la gradas vacías. Solo 300 personas habían acudido al Coliseo para disfrutar de la bis histriónica del artista que, ante el éxito obtenido, negocia con la dirección del Coliseo la suspensión del concierto. El quiere cobrar toda la pasta por no actuar y la dirección solo le ofrece pagar los gastos de desplazamiento. No hay acuerdo y el concierto se llevó a cabo, de aquella manera

JESÚS VAZQUEZ, EL “CANTANTE “





 El éxito del ferrolano Jesús Vázquez como presentador, queda reflejado en sus diferentes apariciones al frente de programas televisivos. Éxito que no le acompañó en su meteórica aparición en el panorama musical aunque su primer disco – y hasta la fecha último – consiguiera ser Disco de Oro.  En olor de multitudes en 1993, Jesús sacó el do de pecho para volcarse en el mundo de la musica. Viajó a Italia para grabar su disco A dos milímetros escasos de tu boca, que encandiló a las jovencitas de media España. Bueno, no a todas.  Llegó al Coliseo de La Coruña a golpe de bombos y platillos promocionales para presentar su ópera prima. Y el golpe se lo llevó él, ya que solo atrajo a doscientas jovencitas  -- lo de ser profeta en la tierra de uno, cuesta -- que a pié de escenario acercaban distancias para recibir los besos artísticos del ferrolano que hoy  es un presentador de éxito, aunque dejó su faceta de cantante…de momento.


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